Hacer línea de carrera es ir
escalando posiciones por mérito propio a largo plazo, teniendo como únicas
herramientas: las habilidades, capacidad intelectual, perseverancia y una dosis
de responsabilidad social; sin sobrevalorarse (porque impide ver con
objetividad nuestras limitaciones, cayendo en la soberbia), ni subestimarse (porque anula toda gestión
que queramos hacer, cayendo en la mediocridad).
Siendo consciente la persona
de que tiene que empezar por el escalón más bajo, ganando experiencia a medida
que avanza hasta llegar a un “techo”, determinado por las oportunidades que se
le presente para desarrollar su potencial de crecimiento.
Y esto se logra, cuando el
joven desde su vida universitaria planifica su vida con objetivos claros, sabe cómo
hacerlo y hasta dónde puede llegar;
trabajando y estudiando en forma paralela. Teniendo finalmente ventaja con
aquellos alumnos que esperan terminar la
carrera para recién preguntarse ¿Y ahora, que?...
“Caminando
lento, pero seguro…se llega lejos”.
“Todo
es cuestión de encontrar el inicio del hilo de la madeja y luego seguirla hasta
el final”.