25 de julio de 2014

UNA FLOR EN EL PANTANO

Esta es la historia de una profesional que en sus años mozos solo alternaba con la “gentita”  de clase “A”; como consecuencia de la formación adquirida al inicio de su carrera, de solucionar siempre  los problemas de trabajo con "la cabeza y no con las ramas"… Por “celos” entre grupos de poder de la empresa, ella perdió el trabajo, seguida posteriormente de los demás miembros de ambos grupos.
 
¿Se deprimió? ¡SI!, pero no se dejó vencer por la depresión; porque gracias a Dios, fue criada en un hogar donde predominó el trabajo.
 
 Bajó al llano a trabajar con la clase “marginal” por sugerencia de uno de ellos (preparándoles los productos para limpieza de los carros que lavaban)… Era lógico que este sea un “mundo nuevo” para ella. Pero finalmente comprendió que “hasta el más grande necesita del más chico”.
 
Todo esto lo hizo  para evitar que sus hijos sintieran la “pegada” y pudieran conservar su status de vida. Poco a poco fue ampliando su campo de acción en otros quehaceres, hasta lograr nuevamente la tranquilidad económica, ya que aprendió a autogenerarse el trabajo y pronto poder decirse “cumplí la tarea con los hijos”.

Actualmente, puede estar sentada sobre una piedra, conversando con un lavador y más tarde estar en una oficina sin notar la diferencia; porque llegó a conocer ambos estratos sociales.
Solo cuando se toca fondo, se puede asegurar que el ser humano no vale por el dinero que haya recaudado, el título que haya logrado, la clase social a la que pertenezca o los apellidos que este tenga… Sino por el coraje para superar cualquier impedimento que se le presente, ya que la vida está hecha de altos y bajos.

Son precisamente los golpes que da la vida, los que hacen ver “las vueltas que ésta da” y que tanta o poca fortaleza guardas dentro de ti para aceptar y afrontar las sorpresas que la vida te da .