Por lo general (no en todos
los casos), cuando hemos crecido en un hogar humilde y ya podemos valernos por si solos; anhelamos
con alma, vida y corazón. Salir de ese “Mundo plagado de carencias” y obtener
un status socio-económico opuesto al ya vivido.
Si este cambio es logrado de
la mejor manera ¡¡¡ Bienvenido sea!!!... Pero si actuamos basados en la idea de
que: “El fin, justifica los medios”. Haremos de todo por conseguirlo, inclusive
infringir leyes.
Una vez obtenido tan
“preciado metal”, pensaremos que: “Con dinero se hace todo, o se compra todo” y
por ser insatisfechos por naturaleza. La
riqueza quedará en segundo plano y luego nos invadirá la “Sed de
reconocimiento”, entonces trataremos de “Comprar ese lugar en la sociedad”.
Es aquí donde entra a tallar
nuestra “trayectoria” (aciertos y desaciertos) basados en la ética y la moral,
los que nos harán merecedores de tal “distinción”. O de lo contrario “nos caerá
la noche” y lejos de llevarnos al “reconocimiento,
nos arrastrará al desprestigio”.