7 de abril de 2012

PROFESION


Es frecuente escuchar ”mi profesión no me dio dinero” y la elegí porque “era la carrera más rentable del momento”. Pienso al respecto, que la profesión que  elegimos  no es la encargada de cambiar nuestro destino, sino que depende de la persona que sepa “sacarle brillo a su profesión”.
No hay profesión sin dificultades, a veces casi insuperables, cuyo vencimiento requiere decisión en el joven que anhela éxito, porque para decidirse es necesario antes concentrarse; y el que vacila, lejos de centrar sus energías, las dispersa y no puede perseverar en la acción de modo que lo lleve al éxito.
Los ilusos ven solo el aspecto liso y llano de una profesión y la visualizan de fácil ejercicio; pero al poco tiempo aparecen las espinas, las que desvanecen todo su entusiasmo y le quitan la ilusión de haberse creído  apto para ejercerla. Entonces abraza otra, tan solo porque “un amigo le dijo”, y así va tropezando en el camino de su vida, juguete de las emociones del momento, sin recurrir al buen juicio.
Estas personas jamás obran en base a principios. Hoy están en un sitio mañana en otro, probando diez oficios distintos y desperdiciando la habilidad adquirida al vencer las dificultades del último en que se emplearon.

“Solo tú eres el dueño de tu destino”.


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