La falta de autocrítica,
trae como consecuencia dos efectos erráticos perjudiciales en la vida de la
persona. Estos son: la sobrestimación y la subestimación personal.
La sobrestimación del propio
valor muestra a las personas que la padecen bajo una luz muy poco simpáticas. Este tipo de personas solo piensan en sí
mismas y, lo que es aún peor, que únicamente hablan de sí mismas. Comienzan
cada frase por un “yo…”, cada gesto es exagerado y orgulloso. Notándose dicho
comportamiento muy alejado de los auténticos conocimientos y valores; ya que
las auténticas cualidades no suelen ir acompañadas de jactancia o
fanfarronería.
La causa radica en la
mayoría de los casos, en una inseguridad interior que se intenta camuflar por
medio de una seguridad ficticia.
La subestimación o
menosprecio de las propias cualidades suele provenir de un aislamiento mal
sano, del temperamento melancólico de los individuos que encuentran mal todo lo
que se refiere a ellos mismos.
Frecuentemente la causa de
la propia subestimación tiene su raíz en
experiencias infantiles. El menosprecio de uno mismo suele abarcar la
personalidad toda y suele exteriorizarse por pensamientos negativos.
Está fuera de toda duda el
que los sentimientos depresivos y de inferioridad finalmente, no conducen solo
al decaimiento moral, sino que, igualmente, pueden conducir a incurables males
físicos.
El sentimiento de
descontento de uno mismo se trueca en un estado duradero de cansancio hacia su
propio ser. En principio se trata en un no querer del cuerpo que, fácilmente,
se convierte más tarde en no poder.
Cabe subrayar también que tales
dolencias se disuelven en nada cuando se logra suprimir las ideas negras que
las han producido, poniendo en su lugar, un fundado conocimiento de la propia personalidad
y confianza en sí mismo.
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