¿Qué hacemos
cuando queremos ser ricos de la noche a la mañana?... Simplemente traspasamos
la barrera de lo formal para entrar en lo informal, trasgrediendo normas o
preceptos establecidos sin medir consecuencias, ni escuchar razones que nos persuadan. Realizando transacciones
temerarias, avaladas solo “de palabra”.
Donde la premisa “El fin justica los medios”, es la
frase abanderada para lograr los objetivos. Metiéndonos ingenuamente “con zapatos y todo” por la
adrenalina que produce la multiplicación inmediata de dividendos de acuerdo a
la inversión realizada.
Viviendo temporalmente la fantasía del “sueño hecho
realidad”… mientras dura el “hechizo”. Todo llega rápido: dinero, propiedades, poder,
amigos.
Pero si no sabemos controlar nuestra ambición, no
sabremos en que momento parar; queriendo ganar cada vez más y más, apostando siempre al
ganador.
Hasta despertar ante la intervención de “los
delincuentes de cuello y corbata” que se encargarán de “recuperarlo todo” (capital
corregido y aumentado); convirtiendo nuestro inocente sueño en pesadilla. Es
aquí cuando exclamamos ¡Pero si todo iba bien…
entonces, cuando se fregó???
Quedándonos solo el recuerdo de que un día lo tuvimos
todo y que de pronto se esfumó y la lección de vida de que “lo que viene fácil, fácil se va”…
Si bien es cierto que hay que arriesgar en la vida, hay
situaciones que no podemos forzar para que ocurran ya mismo, porque todo tiene
un proceso y la fortuna no es para todos...
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