Si bien es cierto que
nuestros hijos no pidieron venir al mundo, sino que son el resultado de una
relación formal o informal, debo admitir que el ser madre es una de las tareas
más difíciles que Dios nos ha encomendado.
Muchas veces quedamos como “la
mala de la película”, que no los dejamos “ni respirar” porque estamos detrás de
ellos. Ante esta situación pregunto. ¿Debe dejarse a los hijos a su libre
albedrío, aunque esto los lleve a poner en peligro su vida, en el afán de
liberar energías?, ¿Hasta qué punto podemos ser permisibles sin que afecte su
integridad?.
Muy al margen de que olvidemos de que “la vaca
alguna vez fue ternera”, es innegable que la inquietud es inherente a
la juventud, de que tienen que “vivir una mala experiencia” para recién aceptar
que los padres tenían razón en sus advertencias, aunque esto dure mientras permanezca
el “susto”.
Lamentablemente no existe una "Escuela para Padres" que ayude a guiar a los hijos. Es por esta razón que tratamos de cumplir con esta función en la medida de nuestras posibilidades, sin esperar ninguna recompensa ya que es nuestro deber velar por ellos y lo único que deseamos es su propio bienestar...Mientras tanto paciencia y nervios de Acero, hasta que maduren.
Lamentablemente no existe una "Escuela para Padres" que ayude a guiar a los hijos. Es por esta razón que tratamos de cumplir con esta función en la medida de nuestras posibilidades, sin esperar ninguna recompensa ya que es nuestro deber velar por ellos y lo único que deseamos es su propio bienestar...Mientras tanto paciencia y nervios de Acero, hasta que maduren.
"Dios mío cuídalos e ilumínalos dándoles entendimiento"
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