3 de diciembre de 2014

LOS HIJOS


Si bien es cierto que nuestros hijos no pidieron venir al mundo, sino que son el resultado de una relación formal o informal, debo admitir que el ser madre es una de las tareas más difíciles que Dios nos ha encomendado.
Muchas veces quedamos como “la mala de la película”, que no los dejamos “ni respirar” porque estamos detrás de ellos. Ante esta situación pregunto. ¿Debe dejarse a los hijos a su libre albedrío, aunque esto los lleve a poner en peligro su vida, en el afán de liberar energías?, ¿Hasta qué punto podemos ser permisibles sin que afecte su integridad?.

 Muy al margen de que olvidemos de que “la vaca alguna vez fue ternera”, es innegable que la inquietud es inherente a la juventud, de que tienen que “vivir una mala experiencia” para recién aceptar que los padres tenían razón en sus advertencias, aunque esto dure mientras permanezca  el “susto”.

Lamentablemente no existe una "Escuela para Padres" que ayude a guiar a los hijos. Es por esta razón que tratamos de cumplir con esta función en la medida de nuestras posibilidades, sin esperar ninguna recompensa ya que es nuestro deber velar por ellos y lo único que deseamos es su propio bienestar...Mientras tanto paciencia y nervios de Acero, hasta que maduren.
 
"Dios mío cuídalos e ilumínalos dándoles entendimiento"
 

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