Hay música en el cantar de una
sirena, el trinar de un pajarillo, como también la hay en la expresión de los
sentimientos de un común mortal.
Es ella la que nos transporta a un mundo de sensaciones,
sumergiéndonos en un remanso de paz y tranquilidad.
Es el mejor antídoto para
eliminar todo tipo de toxinas que acarrea el diario trajinar y así poder
limpiar nuestro mundo interior, relajándolo o tonificándolo. Todo depende de la
correcta selección individual, la cual debe ser exclusiva y de tu preferencia;
el repertorio debe ser enteramente determinado por tus gustos e inclinaciones.
La música facilita el trabajo de
tipo mecánico (incluyendo el intelectual, aunque
no en todas las personas), más no es aconsejable en una labor que requiera concentración, como el análisis
de un material y la toma de nuevas decisiones.
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