Creo que la etapa más
difícil que nos toca vivir a quienes se nos detecta “Cáncer”, es la espera del
resultado de la biopsia. Siendo probable en la mayoría de los casos que el
momento en el que se nos diagnostica quede grabado por siempre en nuestra
memoria.
Luego de haber aceptado nuestra
enfermedad, uno se concentra solo en superar el tratamiento. Si logramos salir
airosos, comenzaremos a analizar la experiencia y lo que haremos de aquí en
adelante, tratando de que la vida vuelva a ser como antes del cáncer, aunque
generalmente es imposible. Porque quedan secuelas y la incertidumbre de en qué momento se dará el rebrote; del que nadie sabe con
certeza si sobrevivirá.
Pero a pesar de haber tenido
que luchar duro y aunque parezca contradictorio, uno sale de esa situación, más
fuerte emocionalmente y con mayor determinación.
Es aquí cuando aprendemos a
vivir el día a día, porque somos conscientes de que no tenemos la vida
comprada, valorando cada día vivido que Dios nos regala.