Mujer: cuando te encuentres
sola, sumida en el silencio de las horas vacías, medita en las grandes verdades
de la vida que son brújula de tu destino. Cuida tu honor, no murmures, no
envidies, no seas susceptible a la ambición ni a la vanidad.
Piensa que en todas las
cosas de la vida hay una fuerza potente: el bien, que nunca podrá ser opacado
por el mal.
No hagas confidencias.
Confiarse es entregar las armas… y tú ignoras quién pueda declararte guerra.
No traiciones. Existen
mujeres traicioneras, desleales, capaces de llegar a tal por un vestido, por
una joya… hasta por cosas triviales y tontas. No engroses la caravana de las
mujeres que se han arrepentido de haber sido infieles con quienes sólo merecían
amor.
Aprende a estar sola, a ser
fuerte, a ser leal, a ser tu propio juez. Jamás hagas nada que pueda ser luego
motivo de arrepentimiento, que no puedas contarlo sin enrojecer. Vive con la
conciencia limpia, abierta sus puertas de par en par.
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