La carrera de Ingeniería
Química estuvo considerada como una de las más cotizadas en el mercado hasta
los años 80 por su amplio campo de acción, a partir de la fecha se crearon
nuevas carreras afines, lo que hizo que las empresas prefieran contratar
profesionales especializados en la línea que ellos producen, quedando algo
limitados los Ingenieros Químicos.
Pero como decía mi padre “El
hombre no debe morir de necesidad, mientras exista la naturaleza”… Y es muy
cierto esto. Si nosotros tenemos conocimiento sobre extracción y transformación
de la materia prima, entonces ¿Por qué no aplicar la tecnología industrial de
muchos productos, que pueden elaborarse de manera artesanal?, haciendo un
estudio de proceso (diagrama de flujo) del producto que queremos elaborar, reemplazando maquinarias sofisticadas por artefactos que desempeñen la misma función y creando las mismas condiciones de temperatura, presión, pH o cualquier otro parámetro que se requiera controlar en el proceso. Sin
necesidad de desembolsar grandes cantidades de dinero, ya que lo importante es
materializar las ideas e intentar “cruzar el río”.
Claro está que dependerá
mucho del conocimiento e ingenio que posea el profesional, además de la
habilidad comercial que este tenga para introducirlo al mercado (ya que nada es
fácil en la vida).
La profesión… además de los
conocimientos, nos da criterio, “nos abre la mente” para podernos abrir paso en
cualquier proyecto que queramos emprender. Siempre y cuando tengamos la
voluntad de hacerlo.
“No
hay peor gestión, que la que no se hace”.