Padre…Fuiste el símbolo del
trabajo, honradez y perseverancia.
Nos enseñaste a “meter mano” en
el trabajo, para no ser “Ingenieritos de escritorio” (como nos decías); sin
complejos o prejuicios por diferencia de género, para así lograr el respeto de
los subalternos.
A ver la vida como un constante
“volver a empezar” y a no desistir por más adversas que sean las
circunstancias...porque "la vida, empieza mañana".
A levantarnos después de una
caída. Teniendo a mi madre como tu soporte incondicional, caracterizada por su
inquebrantable fortaleza, serenidad y tolerancia.
Fue la fusión de ambos
caracteres, los que hicieron de nosotras personas de bien. Legados tan
valiosos, que tratamos de impartir a generaciones venideras.
Vaya pues, mi eterno
agradecimiento para ustedes, en el lugar donde Dios los haya acogido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ingresa un comentario