Se dice que el niño aprende por
imitación mediante el ejemplo y el adulto por convicción…
Solo cuando estemos plenamente
convencidos de que nuestros patrones de conducta no son los más adecuados para nuestro
desarrollo dentro de la sociedad y deseosos de revertir la imagen que hemos
proyectado. Será cuando podamos decir que hemos madurado.
Es este "el punto de
quiebre", donde podremos romper
y liberarnos del círculo vicioso en el que hemos permanecido inmersos,
dando paso a formas de actuar conscientes del rol y fines para los que hemos
sido creados; como es, la de ser útiles
para nuestra sociedad.
Tal vez cuando somos jóvenes, como producto
de la inmadurez, creemos que somos
“vivos” o que “nos pasamos de vueltas”.
Pero a medida que pasan los años, en
algún momento de nuestro existir, haremos un recuento de nuestra vida y si en
ella descubrimos que fue infructuosa, que pasamos por la vida sin dejar huella.
Entonces sentiremos frustración y remordimiento (si todavía nos queda algo de sensibilidad).
Siendo a veces tarde para dar marcha atrás.
“Querer, es poder”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ingresa un comentario