Se suele decir que el
conformista es el bueno y que el disconformista
puede ser o el mejor, o el peor. El que se conforma, obtiene mayor aprobación social; pero, a veces, quien
termina por conseguir mayor aprobación, es el que no se conforma. En el primer
caso se trata de una aprobación general, pero por lo regular mediatizada y en
el segundo caso, la aprobación es menos probable, pero si llega a producirse,
puede llegar a ser mucho más entusiasta.
Sin embargo, es la
conformidad la que provoca inmediatamente aceptación en el agregado social y un
mínimo de conflictos con los demás individuos; satisface directamente
necesidades de asociación y posición; pero aunque el conformista disfruta de
seguridad, pierde individualidad e iniciativa, sacrificando cierto posible
prestigio o poder superior.
Hay 2 formas de
disconformidad: una inferior, la del delincuente que no se conforma por un
exceso de interés particular; y otra superior que es la del creador ético,
científico, artístico o filosófico, etc., que rechaza las limitaciones del
medio en que vive. Los grandes filósofos y pensadores son evidentes figuras del
disconformismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Ingresa un comentario