Lo primero que tenemos que comprender, es que no somos los únicos
seres del mundo que sentimos temor…Lo importante es abrir nuestro corazón y
compartir nuestros sentimientos con la sinceridad que amerita el caso, para
luego buscarle una solución.
En el caso del cáncer, le tememos a:
- La pérdida de energía (si estamos acostumbrados a valernos por si
mismos).
-Al regreso de la enfermedad (porque tenemos que repetir experiencias
vividas la 1° vez y con mayor riesgo por ser un tratamiento más agresivo, ya
que se trataría de una “Metástasis”).
- Al dolor (en la etapa final, trayendo consigo la muerte).
Como se puede observar son miedos que “suceden” y se reflejan en el
sentido del “Yo” y la capacidad que tengamos para manejarlos.
Ante esta situación debemos preguntarnos ¿estamos preparados para
enfrentarlos...O simplemente nos dejamos dominar por el miedo y nos quedamos
paralizados?.
En el fondo de cada uno de los miedos está la incertidumbre de no
poder afrontar lo que pueda depararnos la vida.
Porque si supiéramos que podemos
afrontar cualquier cosa que se interponga en nuestro camino… ¿Qué tendríamos
que temer? .La respuesta es: ¡NADA!.
“Descubrirás tu fuerza interior, si enfrentas
tus temores".
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