Si logramos superar la
inercia de la inacción, pasaremos inmediatamente a la acción, al ACTUAR.
La acción constituye el
único medicamento eficaz contra la depresión, la ansiedad, la tensión, el
miedo, las preocupaciones, la sensación de culpabilidad y naturalmente el
inmovilismo. Discrepo con aquellas pacientes oncológicas que piensan que
después de haberles detectado el cáncer, no deben ocuparse en nada, para así
prolongar la vida. Pienso que eso es estar muertas en vida, no podemos sentarnos
cruzadas de brazos esperando la muerte, porque si ésta nos visita que nos
encuentre de pie.
Hacer algo representa una
parte importantísima en la condición de persona que funciona a pleno
rendimiento. La inactividad es más bien una preferencia
que una circunstancia ineludible de la vida. La acción es también un medio
seguro de evitar verse avasallado por uno mismo y por los demás. Si uno decide
hacer algo respecto a su problema, en vez de limitarse a refunfuñar, se
encontrará ya en el buen camino para revertir las cosas.
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