La ociosidad es una especie de
suicidio, ya que conlleva a la autodestrucción mental y física; y por ende,
invalida la eficiencia del ser humano. Pudiendo compararse a la ociosidad, con
un astuto ladrón que nos va robando unos minutos de aquí y otros de allí.
La ociosidad es mucho más
fatigosa que el trabajo, ya que se cae en la rutina del sedentarismo de: comer,
beber, ver televisión y domir, sin ningún ideal que justifique el motivo de su
existencia. Convirtiéndose de esta manera el ocioso en un cadáver viviente, inútil
para la sociedad, con la desventaja de que ocupa más sitio.
Es por eso que el trabajo, el
movimiento y la acción, libran a muchos del fracaso.
“Una vida ociosa, es
una muerte anticipada”
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